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¡Equilibra las actividades de tus niños!

Deporte y desarrollo emocional en la infancia

Niño jugando a futbol

El desarrollo de buenos hábitos desde la infancia es muy beneficioso a corto y a largo plazo. Muchos de los problemas que padece la juventud, pueden verse eliminados o cuando menos aminorados en su gravedad, si los niños adquieren una serie de hábitos saludables.

El fracaso escolar es mucho menor cuando se habitúa a los niños a esforzarse y estudiar. Los problemas que tienen que ver con la alimentación, como el sobrepeso y la obesidad, o la aparición de determinadas alergias, también pueden prevenirse con unos hábitos alimenticios sanos que se hayan inculcado en los primeros diez años de vida.

Una de las costumbres más saludables que podemos promover en nuestros hijos es la práctica regular de actividades deportivas. La realización de actividades deportivas desde la infancia tiene unos efectos muy beneficiosos en el desarrollo neuromotor de los niños. Se fomenta su coordinación visual y motora, su propiacepción y el funcionamiento de un metabolismo más eficiente.

A nivel óseo y muscular, y siempre que la actividad deportiva no suponga un esfuerzo excesivo, el crecimiento es más sano y se potencia la capacidad del cuerpo para reponerse del esfuerzo realizado e incluso de eventuales lesiones.

El deporte también contribuye al desarrollo afectivo, social y emocional

Los beneficios físicos del deporte resultan obvios, pero no debemos ignorar los beneficios a otros niveles. Por ejemplo, la participación en deportes de equipo fomenta las relaciones sociales, la capacidad para trabajar en grupo y la empatía. A nivel afectivo, un niño más empático tendrá menos dificultades para relacionarse y una mejor autoestima.

Además, en el plano emocional, el deporte también genera muchas recompensas positivas. Por ejemplo, aunque desde nuestro punto de vista adulto podamos creer que la vida infantil es un paraíso, nuestros hijos no pueden comparar sus rutinas con las de los adultos. Ellos también se estresan, también pueden sufrir ansiedad o angustia. Y no solo porque los mayores con sus problemas puedan transmitirles esos sentimientos, sino por sus propios problemas y las dinámicas en las que se ven envueltos en sus rutinas diarias.

El deporte les permite una válvula de escape, una opción en la que emplear su energía y relajarse. Algo que los adultos conocemos bien y que funciona de forma muy similar para nuestros hijos.

La realización de una actividad deportiva también ayuda a que los niños duerman mejor. El efecto del cansancio físico estimula una mayor necesidad de descanso, por lo que su sueño es más profundo y eso contribuye a un mejor reposo mental, algo clave para su estabilidad emocional. Todos sabemos que unos niños cansados porque duermen mal son unos niños más irascibles y perezosos, con menos capacidad para afrontar sus rutinas y deberes.

Por eso cada vez son más los padres y pediatras que hacen hincapié en lo importante que es cuidar esta faceta del crecimiento del niño. Existen muchas actividades deportivas adecuadas para los más pequeños, desde deportes infantiles hasta meditación, y es que los beneficios del Yoga para niños han demostrado ser tan interesantes como para adultos.

La falta de actividad física en los niños puede provocar problemas visibles, como la obesidad infantil. Pero es necesario entender también que la salud emocional es tanto o más importante que la física y que ambas están muy relacionadas. 

Un niño emocionalmente estable tiene más garantías de ser un adulto feliz, que se quiera a sí mismo y que, por tanto, pueda tener una mejor relación con su entorno y con los demás. La práctica de una actividad deportiva es muy beneficiosa para conseguir ese equilibrio emocional al mismo tiempo que un cuerpo fuerte y sano.

Artículo escrito por:

María José Madarnás, editora de Maternidad Fácil.

Fuente: FAROS Sant Joan de Déu 
Barcelona, 22/12/2015